Mi Bienvenida En Mi Trabajo

Soy adicta a los relatos eróticos, me llenan la cabeza de fantasía cuando estoy en la cama. Es excitante escribir experiencias que cada quien ha vivido y que otros se calienten leyéndolas, para empezar les contare que por cuestiones hace un par de días me conseguí un trabajo, todo iba bien hasta que empecé a trabajar como secretaria para una empresa.

Mi jefe un señor de 30 y tantos años de edad, de buen porte a pesar de su edad y una persona que sabe guardar su figura, tuvo que haber sido muy guapo de joven indudablemente. En mi caso, con un cuerpo bonito, lindos senos, un porte de piernas delgadas y un trasero en forma de corazón, nunca he tenido problemas para tener pretendientes.

Ya que mi jefe era demasiado serio en su trabajo y casi nunca bromeaba o trataba de entablar conversación con sus empleados, así que no se relacionaba con nadie. Resulta que por unos proyectos, tuvimos que reunirnos con las demás sucursales o subsidiarias de nuestra empresa. Dicha reunión sería fuera de mi estado.

Desde que salimos del aeropuerto, mi jefe cambio completamente su forma de ser, era una persona amable y sonriente, además ya no utilizaba su funesto traje oscuro, sino una combinación bastante sport. Ya en el hotel de la convención, nos instalamos en diferente piso y diferente habitación por supuesto.

Ese día, hubo una presentación de resultados y propuestas estratégicas y nos tocaba presentar lo que hacíamos en este tiempo de crisis, durante una semana habíamos trabajado nuestras presentaciones, y nos tocó ese día, fue allí donde apareció el jefe que yo no conocía, una persona súper inteligente, preparado y todo un profesional.

La forma en que se desempeñó fue formidable, me quedé impresionada de mi jefe, todo lo que preguntaba lo contestaba eficientemente y hasta con sentido del humor en ocasiones, casi lo ovacionaron cuando estaba por finalizar, y allí fue lo que más me sorprendió, dijo en público que la clave para hacer una presentación como la que había hecho, se debía a una eficiente persona que ha llevado todo el registro a la perfección, y quiero que se le brinde un aplauso a mi secretaria, y me dijo que me pusiera de pie mientras los demás me brindaron también una ovación.

Luego el Gerente General de la empresa nos volvió a felicitar y en público me indicó que la empresa necesitaba personal de apoyo como yo y dijo otras cosas muy agradables de mi persona. Al final de las presentaciones, nos retiramos a nuestras habitaciones y luego nos quería en el coctel de bienvenida que daba el hotel a nuestra empresa, lo cual sería en unos de los salones. Me cambié ropa para la ocasión. Aún no sabía lo que vendría. Me puse una combinación de un vestido corto, con cincho dorado, tacones altos, para compensar mi pequeño tamaño.

El primero en recibirme en la puerta fue mi jefe, quien caballerosamente me dio el brazo para llevarme a presentar con algunos de sus amigos, jefes de otras sucursales. Me hizo sentir importante y sobre todo mi impresión de un hombre interesante fue creciendo sobre él, de hecho me sentía atraída. Me tomé algunos traguitos y estuvimos en una mesa con mi jefe y con personas muy amables y chistosas. Realmente estaba pasando un rato muy agradable. A la par mía estaba mi jefe y muchas veces él se acercaba para preguntarme como la estaba pasando, yo varias veces me recostaba en su hombro, lo sentí como una figura paternal en ese momento.

Pasaron las horas y no lo sentí junto a mi jefe. Me invitó a bailar y no pude negarme, resultó ser un excelente bailarín, de aquellos que hacen sentir bien a su pareja, durante el baile pude sentir sus brazos y su torso, eran fuertes y duros, se veía que mi jefe dedicaba cierto tiempo a su físico. Aun pienso esa fuerza que me hacía estar a su lado, yo no quería que bailara más que conmigo. Fuimos de los últimos de abandonar el salón, los traguitos me desinhibieron y bromeaba y parecíamos amigos de toda la vida, además nos abrazábamos a cada rato.

Las últimas piezas que bailamos fueron las románticas, yo con mi cabeza en su pecho o en su hombro, y el platicándome al oído, susurrándome cosas que alimentaban mi ego. Nunca me dijo nada insinuante o fuera de lugar, solo me indicó que era una mujer muy bella y el que me tuviera era el hombre más afortunado del mundo al tenerme. Y sucedió lo indecible.

Cuando estuvimos frente a su habitación, tomé la iniciativa de despedirme, nos dimos un abrazo fuerte, nos quedamos abrazados no sé, unos quince segundos, su boca se acercó a mi oído y me dijo: “Quisiera que entraras a mi habitación un rato.”

Yo iba a decir que no, pero él me rogó con sus manos juntas. Le dije que sí. Me fui delante de él, cuando hubo cerrado, sus brazos me rodearon, sin ser bruscos, me tocaron mi senos sobre el vestido, luego bajaron sus manos a mi caderas, subió mi vestido y me acarició con mucha experiencia, yo solo repetía sin convicción:

– “Oh no, no, por favor… por favor, no.”

Una de sus manos ingresó dentro de mis braguitas y tocó los labios de mi vagina con suavidad pero con determinación, y con mucho ardor, mi vagina no pudo mentir acerca de que, me estaba mojando por dentro, ya que uno de sus dedos se coló dentro y rápidamente se dio cuenta que yo estaba húmeda.

– “¡Estas mojadita!” Me dijo dulcemente.

Mi jefe desabotonó mi vestido por atrás y este cayó al suelo, también su miembro se pegaba a mis nalgas con todo erotismo. Luego me acostó en la cama y con toda sabiduría me sacó mi tanga, me abrió las piernas, allí emití el último:

– “No, ¡por favor!”

Y luego se sumergió entre mi vulva, comenzó a chuparla con toda la experiencia. Yo me aferraba a las sabanas de la cama, gemía y me retorcía de placer, este hombre me lamía la panochita como nadie lo había hecho, no tardé en chorrearme en su boca. Me habría más las piernas para llegarme su lengua hasta donde nadie había llegado. Su lengua era áspera y eso me estaba matando de placer.

Yo no quería que me dejara de comer la panocha, no sé cuánto tiempo se la estuvo comiendo, pero pareció un siglo, yo eyaculaba y eyaculaba lubricantes en mi panocha. Luego, me tomó de los muslos y me levantó un poco las nalgas de la superficie de la cama, su intención era darle un tratamiento oral también en mi ano, su lengua parecía una serpiente tratando de lamer y comerse mi culito. Su lengua en mi culo me dio también un placer enorme, después el recorrido de su lengua era de mi culito a mi clítoris.

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– “Ya no, ¡ya no aguanto!” Le repetía yo a él.

No pude evitar correrme de nuevo y emitir otra tanda de lubricantes en mi rajita. Además ocasionalmente metía dos dedos en mi panochita para masturbarme mientras me comía el clítoris. Dejó de mamarme, cuando se desnudó enfrente de mí, cuando se bajó su bóxer, pude ver su gran pija, era larga y gruesa yo me la pude ver imaginado, pero era el doble de grueso. Se subió sobre mí, su enorme miembro lo estuvo frotando contra mi raja y mis pliegues vaginales. Esto también me puso muy excitada, más de lo que ya estaba.

– “La quiero adentro por favor,” le dije. Rápidamente reaccioné y no creía que yo había dicho eso.

Sentí su enorme pija meterse dentro de mi pequeña vagina, se fue resbalando poco a poco mientras yo chillaba de placer, cuando me había penetrado la mitad de su pene, se puso a bombeármelo con suaves movimientos, pero cada vez me la enterraba más adentro de mi feminidad. Después de varios minutos en ese tratamiento, por fin la tenía metida toda, me sentía llena por lo grueso de su verga.

Con movimientos pélvicos me estuvo penetrando profundo, mientras me bajaba el sujetador y su boca se prendía de mis tetas. Por un momento pensé en lo que estaba haciendo, pero el placer eclipsaba mi conciencia. Este hombre me estaba cogiendo delicioso. No podía creer que estaba llegando a mi tercer orgasmo, el cual fue brutal, él supo cuando debía acelerar sus pitonazos para hacerme llegar a ese momento cumbre.

Luego, me cambió de posición ahora se colocó de lado atrás de mí y me penetró levantándome la pierna, no es una posición en donde haya máxima penetración, pero me estimulaba con sus manos en mi clítoris, yo jadeaba de placer, era todo lo que yo podía hacer. Luego me puso sentada encima de su pija, él acostado boca arriba, ahora yo era la que llevaría el control, ya mi panochita se había amoldado a su grueso miembro.

Lo cabalgue suave al principio, pero cuando estuve cerca de mi nuevo clímax lo cabalgue como a un caballo salvaje. En ese momento nos vinimos juntos, yo a mi cuarto orgasmo y él me relleno de esperma caliente mi bollito, parecía que me estaba orinando, fue un largo chorro acompañado de los gemidos tradicionales de los hombres en clímax. Los dos terminamos sumamente cansados.

Aún con la respiración acelerada, allí acostada desnuda en la cama, mi cabeza pensaba en dos cosas, por un lado la deliciosa cogida que me había dado a la una de la mañana, y por otra el remordimiento.

El sueño me ganó la partido y me quedé durmiendo en la cama y la habitación de él, a su lado. Con la claridad de la mañana, me levanté, vi el reloj, la convención iniciaría ese día dentro de un poco más de una hora. No podía salir con esa cara al pasadizo así que pensé en bañarme allí, ponerme la ropa de anoche y salir al pasillo, meterme en mi habitación que estaba en otro nivel, y no a la vecindad.

Me empecé a bañar rápidamente, en mi cabeza me pasaba toda la sesión que había tenido con mi jefe. En eso estaba cuando de pronto, se abre la cortina de la ducha... era el. Ya no me tapé, ¡para que! Él ya me conocía todo lo íntimo. Así que lo saludé. Me saludó muy atentamente, me preguntó si podía bañarse conmigo, yo le dije que pasara. Durante el baño, me dijo que me limpiaría la espalda, así que le di el jabón, pronto sus manos con jabón se convertirían en caricias, me acariciaba la espalda, las nalgas y sus dedos jugaban con los pliegues de mi panocha.

De pronto nuevamente me invadió esa sensación de seguridad, de atracción, de paz. Nuestros labios se volvieron a unir frenéticamente, solo recuerdo que él me cargo así desnuda, me colocó en la cama y mi cuerpo lo volvió a recibir dentro. Abrí las piernas al máximo para sentirlo en mi interior, me penetró y nos movimos un poco más que salvaje que la noche anterior, gemimos como animales en celo, mis tobillos en sus hombros, ambos explotamos al unísono, él dentro de mí.

Luego, entré al baño a lavarme al menos mi vagina y salir para mi habitación. Durante ese segundo día de la convención, nuevamente mi jefe se ganó el show, y lo cuento, porque sentía que el mérito era compartido conmigo, por ratos me sentía bien de estar cogiendo con ese gran hombre, que tanto respeto infundía en los demás. En el receso de la mañana, escribí en un papelito y se lo llevé.

El papelito decía: “Te espero en mi habitación en 5 minutos.”

Llegué primero a mi habitación y me desnude sobre la cama, luego ingresó , le dije que se acercará (yo sobre la cama y el parado al pie de ella) le bajé el cierre de su pantalón y le propine una deliciosa mamada de verga, la chupé con todo el deseo posible, su falo estaba duro como la roca, luego el me abrió las piernas y me chupó la pepa, me hizo retorcer allí en las sabanas, luego se subió encima de mí y me hizo nuevamente suya, me clavó profundamente su gruesa verga, me hizo gemir y venirme en pocos minutos. Otra vez terminó dentro de mí.

En menos de 12 horas se había acostado conmigo tres veces. Como ustedes supondrán, en la noche tuvimos otro encuentro más. El llevó dos botellas de vino a mi habitación y follamos como enamorados. Me echó vino en la panochita y se lo bebió mientras me chupaba el sexo. Esa noche debo confesar que me hizo sexo anal, yo no pude oponerme, pensé que me rompería el culo por lo grueso de su miembro, pero mi culito se lo tragó todo y me hizo venir como pocas veces. Siempre quise experimentar el sexo anal, pero fue mi jefe el primero que me hizo tener un orgasmo a través de mi recto y me gustó.

Terminó la convención, yo regresé a la casa. Toda una perfecta puta. Ya en el trabajo la vida siguió como de costumbre, el un perfecto indiferente ante sus empleados, en cuenta yo. Por un lado estaba ofendida por eso, pero más adelante agradecí a el que así fuera, ya que nadie se dio cuenta de nuestra affair y tenía otra oportunidad. Dentro de dos meses viene la nueva convención anual y no sé qué pasara.

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