La Visita

Una sesión de masturbación compartida…

Toco el timbre de tu departamento, y me abres estando en puros slips. Se te ve el bulto medio caído, me saludas de beso y me haces pasar, entro mirando el lugar y cuando me vuelvo, tú ya estas sentado y desnudo tomando un cóctel...

Tu verga caía lacia entre tus piernas peludas, sonriendo maliciosamente me ofreces un trago y mientras te paras a prepararlo la miro como se balancea. Me pasas el vaso y me bebo un sorbo de cóctel de piña colada y me voy al dormitorio a ponerme más cómoda. Allí me desnudo completamente, y saco las cosas que traigo en mi bolso. Me paso una suave crema humectante por todo mi cuerpo muy bien depilado, me maquillo bien, los ojos pintados con mucha sombra y con pestañas postizas largas, mucho make-up y lápiz labial bien rojo. Me perfumo con mi Air du Temps, luego me pongo un brasier negro muy pequeño sobre mis grandes tetas, como es transparente se me ven mis pezones oscuros y como me queda apretado mis pechos se ven más grandes y llenitos...

Luego me pongo un colaless muy chiquito, negro con solo con un triangulito delante que apenas me oculta mi chuchita tierna, con tirantes por los lados y un hilo metido entre mis nalgas... Me pongo unas medias caladas negras que me llegan hasta medio muslo, y las tomo con un portaligas también negro. Después me calzo unos zapatitos muy altos de tacones de aguja de charol con punta muy aguda y unas correítas que terminan en una pulsera en el tobillo, y entonces me desarmo el moño que traía peinado y dejo caer mi pelo largo muy liso que me cae sensualmente sobre los hombros, y salgo a donde estas tu esperándome.

Entro en la sala donde tu estas sentado, desnudo, bebiendo un trago. Lo hago taconeando con mis tacones de aguja, caminando muy coqueta y meneando mi culito como una putita en busca de clientes. Escucho tus silbidos y grititos obscenos de macho ansioso. Sonrío y con mis manos en mi cintura y las piernas abiertas me planto en medio de la sala mirándote con ojos maliciosos. Tú te recuestas de espaldas en el sofá con tu verga muy parada entre tus manos y te miras orgulloso el animal endurecido que masturbas suavemente con los dedos.

Bebo otro trago del cóctel y te hago una reverencia girando para mostrar mi colita, me lanzas piropos al ver mis nalgas desnudas ya que solo tenían el hilito del colaless..., luego apago las luces dejando solo una pequeña lámpara en el piso e inicio mi danza erótica en el centro de la sala. Comienzo a moverme muy lenta y sensualmente, con mis manos revolviendo mi pelo y girando mis caderas para mostrar mi colita paradita en todo su esplendor. Habías puesto una música muy sensual que invitaba a dejarse llevar por los sentidos, a los pocos minutos de danza ya te tengo muy caliente, me miras con unos ojos de macho en celo que me llego a estremecer.

Te paras del sofá, con una mano en tu verga muy erecta y enrojecida. Te me acercas contoneándote al ritmo de la música, yo te sonrío coquetamente y dejo que te acerques ofreciéndote mi culito de medio lado… me tomas por las caderas y comienzas a frotar tu falo duro por el surco de mis nalgas, siento tu animal deslizándose en mi rajita y pienso que solo me separaba el delgado hilito del colaless de esa vergota que ya está en plena erección. Yo sonrío coqueta y te sigo el juego empujando mi culito contra ti, en eso llevo mis dos manos hacia atrás y te tomo la verga, tu das un bufido y un respingo de puro gustito. Es un pedazo de pichula muy gordo, está totalmente dura, ya tenía la rigidez de una buena pieza.

Te la aprieto un poquito y comienzo a bailar tirando de la verga mientras sigo moviendo mi cuerpo al sensual ritmo de la música… y ahí estaba yo bailando con tu verga en mis manos y tú deseando penetrarme con ese pico endurecido. Luego de jugar un poco con tu verga, echándole el forritos para atrás para dejar al descubierto su glande rojo y brillante, de súbito la suelto y levanto mis manos juntando mis piernas y echo mi cabeza hacia atrás. Me quedo así muy quieta como un lujuriosa estatua, muy alta sobre mis tacones de aguja, mis largas piernas enfundadas en el nylon calado de las medias, el portaligas contrastando con mi piel pálida y suave, al igual que el triangulo del colaless que se veía llenito con mi vulva que ya estaba húmeda, y mi brasier apretando mis tetitas, mi pelo largo y negro caía hacia atrás en actitud de hembra entregada.

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Estábamos en el centro de la sala, yo con mis manos en alto, quieta y femenina como una estatua erótica y tú acariciando mi cuerpo por todas partes, incluso las más intimas. Me rodeas entera apretándote contra mí y envolviéndome con tus brazos, metiendo tus piernas velludas entre las mías, tocando mis senos con manos ávidas, restregando tu verga contra mis muslos, sentía tus manos apretando suavemente mi vulva bajo el colaless... de pronto en medio del enredo de nuestros cuerpos desnudos me vuelvo y me agacho arrodillándome.


Mi cara queda frente a esa verga erecta, punzante, roja... me tomas la cabeza para sujetarme en esa posición pero te aparto las manos y te digo que te quedes quietecito, entonces comienzo a mamarte la verga lentamente hincada ante ti. Al mamarte tu pichula tratas de sujetarme la cabeza para acabar ahí mismo, pero yo te rechazo y te digo que me dejes hacer, que ya tendrías tu ración. Igual me hundes tu pene gordo y endurecido en mi boquita provocándome arcadas, lo que te hace reír embromando sobre el tamaño de tu falo, pero cuando fui chupándotelo con apretoncitos en la medida que me lo metía en mi boquita, te fuiste poniendo serio y yo notaba como estabas cada vez más caliente, por el endurecimiento extremo de tu verga.

Estuviste a punto de eyacular pero te contuve soltándola por un momento, yo gozaba como loca con toda esa verga a mi disposición, la chupaba, la succionaba, la mordisqueaba... me sentía una putita extrema, una gozadora viciosa. Las mamadas que te daba se fueron haciendo más y más succionadoras y tú ya no aguantabas tu calentura, y comenzaste a tironearme como un perrito en leva tras una hembra. Me tomabas del pelo, de los brazos, de los hombros, para que acabara de mamarte hasta sacarte tu jugo, pero yo me resistía apretándote tu pichula con mis manos y besándole solo la punta con mis labios apretados para impedir la penetración brusca y ahogante que tú querías darme.

Entre toda esta trifulca de nuestros cuerpos desnudos, tu verga erecta, mi boquita pintada aferrada a tu pene, hizo que termináramos tirados sobre alfombra en el piso, restregándonos desesperados uno con otro, yo sentía tu verga dura contra mis nalgas, buscando mi florcita anal, y yo solo defendida por el hilito del colaless. En medio de tantos roces y apretones sentí que tus manos me abrían el brasier, dejando mis grandes tetas expuestas a tu boca hambrienta que comenzó a mamármelas deliciosamente. Luego me soltaste el portaligas bajando el colaless y sacándomelo...

Tu verga dura buscó entonces mi abertura anal, pero yo me escurría evitando la penetración... entonces me puse de pie dejándote sentado en la alfombra, y en la penumbra vi que te estabas masturbando con los ojos entrecerrados y tu cara seria tenía una expresión de gozo máximo, entonces con mis piernas abiertas acerque mi chucha ya muy mojada a tu boca y tu comenzaste a lamerla enloquecido mientras seguías pajeándote. A los pocos minutos tu sentiste el jugo vaginal y las contracciones de mi orgasmo y acelerando tu mano en tu verga eyaculaste un largo chijete de semen que cayó sobre mis pies, y mientras acababas me llamabas; “puta caliente, mamacita rica, perra gozadora,” y yo apretaba mis piernas con tu lengua aun en mi chucha para sacar hasta la última gota de placer.

Nos quedamos tendido en la alfombra, desnudos, sudorosos, abrazados y saciados, escuchando casi semidormidos la música…

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