Una Tarde De Verano

Nunca imagine que esa tarde estaría por primera vez haciéndole el amor a una mujer…
 

Era apenas un adolecente lleno de bríos, sueños, y hambriento de aventuras. Nunca había estado con una mujer, había tenido novias sí, pero de caricias y besos no había pasado. Me gustaba masturbarme viendo revistas porno que a veces conseguía y las guardaba muy bien debajo del matress de mi cama. En mi mente fantaseaba con hacerle el amor a todas las bellas mujeres de esas revistas, en eso si era un experto, en fantasías, pero mi experiencia real era ninguna, hasta esa tarde…

Era una hermosa tarde de verano, dos amigos de mi misma edad y yo fuimos hasta un rio buscando escapar del calor… Los ríos en mi país son en área montañosa y las mejores charcas están distantes de la carretera, escondidas entre enormes piedras. Teníamos por costumbre ir a una charca de agua cristalina bastante escondida, por eso nos gustaba, casi nadie llegaba hasta ella por lo difícil del camino para encontrarla. Pero esa tarde se nos habían adelantado, oíamos voces de gente riendo y chapoteando en el agua.

Escondidos entre las piedras y la vegetación nos pusimos a atisbar a ver quién estaba en nuestra charca y nos quedamos los tres con la boca abierta. Allí en la cristalina agua había tres hermosas mujeres jugando entre ellas… Eran jóvenes pero en sus veintitantos, unos cuerpos divinos, de ensueño, mi miembro se me puso a mil cuando vi que dos de ellas se besaban en la boca mientras la otra las molestaba echándole agua por encima. Tanta fue mi emoción al mirar, que me resbale de donde estaba y caí al agua en medio de las chicas.

Ellas gritaron del susto, pero al ver mi cara de vergüenza se echaron a reír. En un instante yo también reía con ellas…. Una de las chicas, la más bonita, se acercó a mí y sonriendo me extendió su brazo, lo agarré y quede de frente a ella, nuestros cuerpos unidos, sus senos pegados a mi pecho, su hermosa cara rozando con la mía.

– “¿Cómo te llamas guapo?” Me preguntó.

– “Me dicen Yaco,” le conteste, “¿y tú?”

– “Mi nombre es Michelle,” me contesto, pero sin separarse de mí.

Estábamos los dos en el agua casi abrazados, la misma corriente me empujaba hacia ella, ella no hacía nada por alejarse de mí y yo estaba más que a gusto pegado a su lindo cuerpo.

– “Ellas son mis primas Isabel y Nadia,” siguió diciéndome.

Les sonreí a las otras dos muchachas, todavía permanecían abrazadas una a la otra. De pronto sentimos un fuerte golpe, algo cayó en el agua salpicándonos a todos, eran mis amigos, que decidieron entrar a agua también. Hice las presentaciones, los dejé hablando con las primas, y me volví hacia Michelle. La mire a los ojos, observé sus apetitosos labios.

– “Dios, eres hermosa,” fue lo único que se me ocurrió decirle.

Ella sonrió coqueta, oí un susurro de agradecimiento, y no pude contenerme más, pegué mis labios a los de ella, la besé, y ella me correspondió. Nos abrazamos, nuestras lenguas se juntaron en un rico beso lleno de pasión, fue un beso de novela, me sentí en el paraíso, me olvide de que no estábamos solos y hambriento de sexo busque con mi boca sus espectaculares senos, unos senos hermosos, grandes, firmes, apetitosos.

Ella me paró en seco, y me dijo en el oído: “Delante de ellos no.”

Miré a mis amigos y estaban todos sonrientes mirándonos – así que nos dejamos ir por la corriente del agua y llegamos a otra charca más privada, grandes rocas nos separaban de la vista de los demás… Seguimos besándonos, la chica me gustaba terriblemente, y yo le gustaba también a ella, mis manos se pusieron traviesas, mis dedos entraron en la parte superior de su traje de baño y se apoderaron de los ricos pezones que tanto yo deseaba. Esta vez ella no me lo impidió, al contrario, se llevó las manos a su espalda, desabrochó la prenda y la dejó caer al agua. Ante mis ojos colgaron los senos más hermosos que hasta la fecha había visto en persona, los de las revistas en mi cuarto aquí no contaban, estos eran reales. Ella misma se agarró un seno en la mano y lo acercó a mi boca.


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– “Chúpame el pezón,” me dijo.

Lo hice, se lo chupé con unas ganas inmensas, primero uno y luego el otro, ella metió su mano en el agua y buscó mi bañador, no tuvo problemas en meter su mano dentro de el. Me agarró el miembro, yo lo tenía completamente erecto, palpitando, lo apretó, lo acarició y me dijo que quería verlo. Me recosté de una piedra, me quité el bañador, y quedé completamente desnudo frente a ella, sus ojos no se apartaban de mi glande, vi en su cara el deseo que le embargaba, y sin avisarme se agachó lo cogió en sus manos y se lo llevó a la boca…

Dios era maravilloso lo que sentí en ese momento, era mi primera mamada, y me la estaba dando una Diosa.

La chica sabía muy bien lo que hacía, el gusto que yo sentía era deliciosamente intenso, mi verga se perdía en su boca llegándole hasta la garganta sin ningún problema. Podía sentir su lengua moviéndose alrededor de ella intensificando más mi goce. Mis manos se enlazaron en su pelo buscando controlar el movimiento de su cara, yo la sujetaba mientras movía mis caderas hacia adelante y hacia atrás a un ritmo suave al principio, pero aumentando el va y ven según aumentaba mi excitación, a los pocos segundos fornicaba su boca con frenesí.

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Paraisos Perdidos-5

A ella le gustaba, porque en ningún momento trató de soltarse, al contrario, sus manos agarraban fuertemente mis nalgas, enterrándome sus uñas y me halaba hacia ella, aumentando así la fuerza con que la embestía. No pude durar mucho, la sensación era tan deliciosa que sentí llegar mi corrida a los pocos minutos, ella se dio cuenta por el temblor de mi cuerpo que estaba a punto de venirme y aumento la presión de su boca en mi glande, eyaculé en su boca. Mi esperma salió disparada a chorros golpeando su garganta, llené su hermosa boca de mi caliente elixir, ella siguió chupando hasta tragarse hasta la última gota de mi aparatosa corrida.

Luego, lamiéndose los labios, y saboreándose de gusto, mientras con una pícara sonrisa me miraba a los ojos, me pidió que la penetrara, pero no quería que lo hiciera de frente, me pidió que la penetrara por atrás. De solo oírla ofrecerme su precioso culo mi miembro volvió a ponerse duro como piedra, le di un beso, y se volteó hacia la piedra que nos servía de pared. El agua nos llegaba un poco más alto de las rodillas, así que sus redondeadas nalgas quedaron a mi vista sin nada que impidiera verlas en todo su esplendor. Se las acaricié, las apreté, le pasé la lengua, y con mis dedos hincados en ellas las separe para mirarle su rico culo.

 

 

Lo vi cerradito, hermoso. Metí mi lengua en el, ella se estremeció al sentir el contacto de mi lengua en su entrada, lubrique con mi saliva la deliciosa presa, y me paré detrás de ella, para penetrarla como me había pedido. La cabeza de mi pene tocó su piel, poco a poco fui empujándoselo, ella se abrió para aceptarme, y en un movimiento certero y rápido se la clavé hasta lo más profundo que pude. Un grito de placer se le escapó cuando la sintió toda adentro, y el frenesí volvió a apoderarse de mí, si la mamada que me dio había sido deliciosa, entrar en su culo lo era mucho más. Subí a cielo, y volví a bajar, el pene me palpitaba, ella me lo apretaba y luego lo soltaba, yo la embestía con fuerza, mis deseos estaban en su límite, y ella me pedía más y más verga.

Estuve a punto de venirme dentro de su ano, pero me pidió que no lo hiciera. Esta vez me quería en su vagina; Me costó trabajo complacerla, porque no quería retirarme de su rico culo, pero lo hice. Ella se viró hacia mí, se arreguindó de mi cuello, y enlazó sus piernas en mi cintura, su vagina quedó justo de frente a mi verga, solo tuve que presentarle la cabeza, en un instante ella misma se clavó en ella. La lujuria se apoderó de nosotros, su cuerpo se fundió al mío en un fuerte abrazo, sus senos apretados a mi pecho, sus pezones hincaban mi piel, nuestros sexos unidos, ella susurrándome al oído que le diera todo, y yo sintiéndome morir de gusto, todo al mismo tiempo.

Sincronizamos nuestros movimientos de una forma maravillosa, sentí su cuerpo arquearse, su respiración cortarse para darle paso a un gemido interminable de placer, al mismo tiempo que explotaba mi venida. Fue algo supremo, me vine dentro de ella, corrientes de mi leche inundaron su interior a la misma vez que ella experimentaba un intenso orgasmo. Nos quedamos así unidos por largo rato, disfrutando del calor de nuestros cuerpos, nos besamos, le dije lo mucho que me había gustado. Ella, siempre sonriente me respondió que yo había sido su mejor amante. No le creí, pero me hizo sentir muy bien, habiendo sido mi primera experiencia, era maravilloso oírla decir eso.

Nunca más volví a ver a Michelle, pero se quedó grabada en mi mente para siempre, porque fue mi primer amor, un amor fugaz que duró solo una tarde, una maravillosa tarde de verano…

 

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