Atada

Mis manos se sentían entumecidas a causa de las cuerdas que las ataban, sin embargo mi cuerpo ardía; ese deseo que solo tú me provocas, ya se había apoderado de mí.

Mis tobillos también estaban atados a las mismas sogas que mis manos, dejándome en posición fetal, de costado como si yo fuera un bulto, manteniendo al descubierto mi desnudo sexo. Inútilmente intente moverme, me era imposible hacerlos sin sentir algo de dolor.

Escuche tus pasos cuando te acercaste a mí, rozando tus grandes y suaves manos por mi espalda, mi piel erizándose por la sensación; poco a poco ibas recorriéndome centímetro a centímetro, luego ya no solo sentía tu roce sino también tu cálido aliento sobre mi piel.

Tu boca comenzó a besar y lamer mis pies, nunca me había parecido excitante eso, pero sentir su boca succionando mis dedos comenzó a aumentar aún más fuerte mi deseo. Todo lo que tú me haces me gusta.

Despacio comenzaste a subir por mis piernas, tomándote todo el tiempo del mundo en saborear y probar mi piel, sentía como mi sexo se humedecía, y sabía que también lo notabas, lo tenías completamente a tu disposición, mirabas el deseo que se dibujaba en mi cara, pero aun no me habías tocado ahí.

En el momento en que tu boca llego a mis glúteos yo ya jadeaba por las ganas de sentir tus caricias en mi sexo. Tu lengua se aventuró a lamer el camino que te llevaba a los labios de mi vagina, enviando un escalofrío por mi cuerpo y haciéndome gemir más fuerte.

- “Mmmm, que delicioso sexo tienes,” te escuche decir, con esa voz tan masculina y profunda que tanto me gusta y que me demostraba que sentías el mismo deseo que yo.

- “Cómetelo. Es solo tuyo,” dije casi suplicándote más atención a él.

Tu lengua fue esparciendo mi humedad por entre mis piernas confundiéndola con tu saliva. Erizando mi piel con cada uno de sus toques, yo solo respondía a tus caricias con gemidos de placer. En algún momento te detuviste y temí que te alejaras y me dejaras ahí al borde del orgasmo, pero escuche entre jadeos como quitabas tu ropa.

Pude sentir como me rozabas con la punta de tu pene mi piel, recorriendo mis glúteos, dibujando formas sin sentido y humedeciéndolo en mis fluidos una y otra vez.

Las ataduras impedían mis movimientos, pero no que el deseo recorriera mi piel. Las ansias me estaban jugando en contra, moví mi trasero sobre tu erección para que notaras lo loca que me tenías ahí, tu solo te reíste y continuaste con tu lento juego.

Una de sus manos continuaba pasando tu erección por mi culo, mientras la otra apretaba uno de mis pechos; tu boca se acercó a mí y comenzó a besar uno de mis oídos, pasando por mi cuello hasta terminar en mi boca, sentía como la humedad ya mojaba mis muslos y el sudor perlaba mi cuerpo, tus caricias no se detenían; seguían aumentando la tensión sexual en mí.

Mis pezones erguidos entre tus dedos, tu boca sobre la mía, mordiéndome los labios, dejándome más sedienta de ti. Tus manos me tomaron del pelo, no para lastimarme, si no para acercar mi boca hasta tú pene. Ese que tanto deseaba.

Read this hot story:
Nalgadas

Mis rojos labios lo rodearon, mi lengua lo humedeció probando su sabor, te mueves para penetrarme con él, siento como me ahoga, pero no quiero que te detengas, solo te deseo. Lo succiono, lo lamo, te lo como de la forma en que te gusta, una y otra vez, al ritmo de tu cadera, mi saliva lo empapa, te escucho susurrar algo que no entiendo, pero no me detengo a preguntar, de pronto lo sacas de mi boca, me besas y vuelves a estar a mi espalda.

Siento cómo tus dedos tocan mi sexo, hasta llegar a mi clítoris, comienzas a masturbarlo, haciendo círculos sobre él una y otra vez, enloqueciéndome aún más, siento tus dedos moverse rápidamente, tocándome inundándolos con mi humedad, penetrándome lentamente con ellos. Hace minutos tal vez horas, el tiempo no importa, que ya no puedo controlar los gemidos de mi garganta. Sigues jugando con mi sexo hasta que me dejo llevar por un orgasmo.

Siento que sueltas el nudo que me ataba y me dejas libre, me dices al oído lo mucho que te gusta ver esas marcas que surcan mi piel.

Apoyo mi espalda sobre la mesa y tu tomas mis piernas abriéndolas y dejando totalmente expuesto mi sexo a ti, llevas tu pene y rozas con el mi clítoris, mi cuerpo sudoroso y agitado vuelve a reaccionar con el mismo deseo, solo anhela tenerte dentro, pero tu aun no lo haces bajas tu cabeza y comienzas a lamer mi clítoris llenando tu boca con mi sabor, mientras yo te miro a los ojos y mis manos estrujan mis pechos; un par de tus dedos entran una y otra vez en mi sin parar igual que tu boca sedienta, reemplazas tus dedos por tu pene dentro de mí.

Como deseaba sentirte dentro; me penetras y lo sacas de forma lenta disfrutando de ver cómo tu pene es rodeado por mi vagina, como si fuera un beso, saboreándolo con mis labios.

Comienzas a aumentar el ritmo, tus manos sujetan las mías sobre mi cabeza, siento un poco más el peso de tu cuerpo sobre mí, beso tus labios, miro tu cara y sé que disfrutas esto tanto como yo, tus testículos chocan casi con mi ano, mis nalgas se detienen en tus muslos, en la habitación solo reina el sonido del choque nuestros húmedos sexos.

Tu boca me besa me devora los pechos, mi cuerpo se tensa por la cercanía de un nuevo orgasmo, veo en tu cara que tú también estas cerca, yo solo me dejo arrastrar por las ondas de placer, tú te aferras a mis caderas y con un par de embestidas más llegas también a tu orgasmo, relajando lentamente el movimiento, disfrutando al máximo el maravilloso momento.

Vuelvo a besarte mientras tú me abrazas, no hay mucho que decir solo que me encanta estar así contigo, acaricias mi pelo y nos quedamos abrazados un rato más, luego veremos que más hacer…

Leave a Reply