Encuentro Homosexual

Un hombre heterosexual se deja llevar por la calentura y tiene un encuentro homosexual…

Mi afición por el deporte y el deseo de conservarme en buena condición física fue lo que me impulsó a inscribirme en aquel gimnasio. Quedaba cerca de la oficina, la cual se encontraba en un barrio de los denominados “dormitorios” es decir; aquellos que se vacían durante el día y vuelven a llenarse por la noche.

Debido a las características del barrio el gimnasio era frecuentado mayoritariamente por amas de casa que dedicaban unos minutos a relajar sus cuerpos tras haber dejado a su crías en el colegio y por algún que otro ejecutivo como yo. Que aprovechaba la hora destinada a la comida para rebajar el estrés y la incipiente barriga.


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Ya me había fijado en él, era un muchacho mucho más joven que yo. Coincidíamos en el “locker” a una hora en la que casi nunca había gente en las instalaciones. Me había llamado la atención su desproporcionada vergüenza a la hora de desnudarse o vestirse. Siempre se colocaba en el mismo rincón, junto a la puerta de la sauna y procurando ocultarse. Mis gustos heterosexuales hacían que mi interés por él no fuera más allá, pero me resultaba chistoso verle hacer malabarismos para colocarse la camiseta o el pantalón sin que se viera nada impropio; algo curioso en un vestuario masculino, donde todo el mundo hace alarde de sus "posesiones."
Nunca se duchaba después de hacer ejercicio, ni tampoco le había visto usar el sauna. Pero gente rara hay en todas partes, así que imaginé que viviría cerca y que preferiría ducharse en su casa.

Un día lluvioso y desapacible, que pese a todo anunciaba el final del invierno, coincidimos en la puerta de acceso al vestuario y reparé en sus preciosos ojos verdes y sus finos labios. Debido al mal tiempo no había nadie en el gimnasio salvo el monitor de la sala de pesas que además hacía las labores de recepcionista. Le cedí el paso y aproveché para mirarle de cerca: era de mi estatura, con el pelo cortito, estrecho de caderas y hombros, y un culito respingón. Me tome por sorpresa al fijarme en la última cosa, pues jamás me había llamado la atención un hombre. Pero había algo en él que me chocaba, era una sensación que no sabía descifrar, pero que me causaba cierta desazón.

 

Como de costumbre me dirigí al banco donde había dejado mi maleta y tras desnudarme me encaminé a la habitación de las duchas. Abrí el agua caliente y esperé a que el vapor me indicara que podía colocarme debajo del chorro. Inconscientemente me creí a solas, pues al no estar más que el otro chico y yo en las instalaciones y además saber que él no se duchaba, lo di por hecho.

El agua caliente resbalando por mi piel tras una sesión de ejercicio me relaja mucho, tanto que en ese momento noté como mi miembro tenía una placentera erección. En otro momento de más concurrencia me hubiera sentido fatal, pero en aquella situación de aislamiento, no sólo no me preocupó sino que ayudado por el jabón lo fomenté. Comencé a juguetear con mi pene, deslizando mi mano arriba y abajo lentamente, muy lentamente. Estaba en la gloria. Imágenes eróticas acudían a mi mente en un apretado torbellino.

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El ruido del agua impidió que le oyera llegar. Se situó detrás de mí y no pude evitar un respingo al notar cómo me rodeaba la cintura. Mi erección estaba en su máximo apogeo y mi grado de excitación también, así que aunque jamás hubiera imaginado una aventura homosexual, me dejé llevar.

Noté su pecho contra mi espalda y en el contacto pude percibir con toda nitidez su respiración agitada. Su mano se deslizó hasta mi vientre. Intenté hacer lo mismo pero alejó sus caderas de mí. Sujetó mi miembro con fuerza y deslizó su mano por él. Sus movimientos denotaban una estudiada lujuria. Mi excitación iba en aumento. Finalmente pude girarme y busqué sus labios. Lo besé con toda la pasión de que fui capaz. Aquella situación me estaba volviendo loco, apoyé mis manos con fuerza en los cachetes de su culo y lo atraje hacia mí.

Nuevamente sentí su pecho sobre el mío… Sus pezones eran grandes, aunque apenas tenía pectorales y estaban muy erectos. Apoyé mi miembro contra su vientre y durante un segundo me extrañó sentir lo mismo contra el mío.

Comenzó a besarme el cuello, los hombros, el pecho. Bajaba lentamente, recorriendo centímetro a centímetro mi húmeda piel, mis pezones, el esternón, mi ombligo. Finalmente introdujo mi pene en su boca. Estaba deliciosamente caliente, acogedora y me costó un verdadero esfuerzo no dejarme llevar y correrme en su primera succión. Le hice levantarse de nuevo. Cada vez que intentaba deslizar mis manos por su cuerpo, él se alejaba. Estaba fuera de mí de tan excitado como estaba, así que sin más contemplaciones pasé mis manos por sus hombros, le sujeté y con mi mano libre busqué su miembro. Pero cada vez que me acercaba se jalaba, no me dejaba tocarlo.

Con una sonrisa picara se volteo y me dio la espalda. Se apoyo contra la pared con una mano y con la otra llevo mi miembro hasta la entrada de su culito. No me pude contener, empuje todo mi miembro en su orificio sin piedad. Sentía como mis testículos pegaban contra su piel y el solo gemía como loco. Lo tome de la cintura y lo penetraba una y otra vez, cada vez mas rápido y mas fuerte. Vi como bajo su mano para masturbarse mientras yo le tronaba el rabo.

Lo cogía con una furia nunca antes experimentada, era tanto mi coraje con aquel hombre por haberme convertido en un joto que lo quería hacer pedazos. Sacaba mi verga y la metía con fuerza, su culito complaciente solo se ampliaba ante mi brutal ataque.

No iba a durar mucho tiempo más; así que lo saque y me seguí masturbando y lo jale hacia mí. Se arrodillo y abrió la boca, metiéndose todo mi pedazo dentro y lamiendo hasta que termine en su garganta. Pude ver como al mismo tiempo terminaba en su mano. Mi morbo había crecido tanto que no podía dejar de eyacular. El solo me miraba con aquellos ojos verdes, asombrado con la cantidad de semen que estaba trabando.

Cuando por fin termine, le di la espalda y continúe lavándome.

Lo sentía tras de mi, todavía arrodillado pero no voltee. Después de un rato se paro y se fue… No podía creer lo que había pasado, me había cogido a un hombre… Y me había encantado.

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