Dios(a) Griega

Soy un chico simpático, de estatura alta, de pelo café oscuro y corto. Las chicas siempre me chulean mis ojos marrones verdosos, ah y mis labios gruesos y carnositos. Normalmente no tengo muchos problemas en encontrar algún ligue para pasar una noche de fin de semana, pero ese sábado no había encontrado nada que me llamara la atención… Tenia ganas de “pegar huevo” así que por primera vez en mi vida decidí buscar ayuda profesional. Estaba bastante nervioso ya que era la primera vez que utilizaba ese servicio de pago.

Después de mucho buscar y eso que esos lugares no son difíciles de encontrar. Pero para un novato como yo, fue bastante arduo. Estaba a punto de darme por vencido cuando encontré un lugar de muy buen ver donde discretamente ofrecían “Masajes Tántricos,” con chicas expertas en la materia. Nerviosamente estacione mi coche y me dirigí hasta la puerta; toque con delicadeza y casi de inmediato me abrió una mujer de mediana edad en su cara se dibujaba una enorme sonrisa. Sin decir palabras me guio hacia la parte de atrás del edificio…

Caminamos por un pasillo oscuro, aluminado solo por unas lucecitas de navidad blancas que colgaban del techo. Llegamos hasta un cuarto de espera, donde una chica muy simpática y buen moza me pidió mi abrigo para guardarlo en un armario que estaba detrás de ella. Sin dejar de sonreír me dio un papel con un número y me dijo que cuando saliera se lo entregara para regresarme mi abrigo. La anfitriona tomo mi codo entre sus manos y me invito a continuar el recorrido… Pasamos dos grandes puertas y entramos a una habitación estilo “bar” ella me llevo hasta la barra y sin decir nada desapareció.

El camarero me pregunto si quería beber algo, y sin pensarlo le pedí un Coñac en las rocas. El con un gesto afirmativo puso un vaso de tubo con dos cubitos de hielo y me sirvió mi bebida. Le pagué y le pregunte casualmente que donde estaban las chicas. De manera muy profesional me pidió que tomara asiento en un sofá de piel que estaba al otro lado de la habitación y que no me desesperara; las chicas estarían ahí de inmediato.

El sitio era acogedor, estaba un poco oscuro pero no lo suficiente para incomodar. Podía escuchar música de piano, no muy alta – lo suficiente para crear un buen ambiente. De pronto apareció la anfitriona de nuevo, seis chicas increíblemente lindas la seguían. De una manera muy casual fue presentándome a las doncellas, una por una; mientras ellas me miraban con una sonrisa picara en sus labios. Mi vista fue recorriendo a cada una de ellas, todas eran excepcionalmente bellas. Pero una en especial me llamo la atención…

Era alta, llamativamente alta, parecía modelo… Su pelo largo, negro, sedoso también m llamo la atención, pero lo que mas me cautivo fue su mirada. Sus ojos negros prometían darme una noche inolvidable, su mirada me intimidaba y excitaba al mismo tiempo. Después de varios minutos, pude por fin seguir explorando su escultural figura. Llevaba un vestido corto que dejaba ver sus hermosas piernas, sus poderos muslos y redondas pantorrillas me aceleraron el corazón. Poco a poco subí la mirada, sus caderas definidas adornaban su cintura estrecha y mas arriba encontré la gloria. Sus pechos firmes y redondos estaban libres del sostén, poda ver sus pezones erectos, listos, por encima de la suave tela de su vestido. Por Dios, era prácticamente perfecta…

“Quiero que este monumento de mujer me acompañe esta noche…” Le dije con toda la sinceridad del mundo a la madame.

La anfitriona me miro y con una sonrisa burlona me dijo que esa “mujer” no era más que un fenómeno. Ya que había nacido en un cuerpo de hombre, aunque era femenina. Para ser exacto aquella Diosa Griega, era un transexual. No voy a mentir, me quede pasmado pero el morbo se apodero de mi y pronto le dije que no me importaba. Nunca había estado con un hombre y hasta el día de hoy jamás me había llamado la atención uno, pero esta belleza no era un hombre era una mujer.

Ella me tomo de la mano y me dirijo hacia uno de los cuartos, termine de tomarme mi coñac y pase saliva tratando de calmarme un poco. Le comente que era mi primera vez con alguien como ella y le pedí que fuera paciente… A lo que ella me comento que no había problema, ella se haría cargo de mí.

Llegamos a la habitación, al igual que lugar era de muy buen gusto. Me senté en la cama y mi acompañante se dedico a prender velas aromatizantes por todo el cuarto, la luz de las velas me ayudo a relajarme un poco. Sin decir nada se sentó a mi lado, puso su mano sobre mi muslo y sentí un cosquilleo en mis ingles. Ella siguió subiendo por mi muslo hacia mi cada vez más abultado paquete y una vez que llegó empezó a acariciarme el pene por encima de la ropa mientras me miraba sonriéndome.

Yo tenía ya una enorme erección y ya se notaba sin ningún problema por debajo de mi pantalón. Ella usó la otra mano para ir desabrochando mi cinturón y bajarme la bragueta. Una vez lo consiguió sentí como metía su cálida mano debajo de mi calzoncillo y que empezaba a frotar mi pene con su palma; yo me estaba poniendo cada vez más nervioso y ella no dejaba de frotarme mientras me seguía sonriendo. Desplazó el calzoncillo dejando a la vista mi pene. Ella rodeó la base con su mano izquierda y tiró suavemente hacia abajo dejando el glande al descubierto… Mi excitación crecía, recorrió mi pene en toda su longitud con la mano y al llegar al glande cerró su palma alrededor suyo, empezó a subir y bajar su mano lenta y suavemente.

Ya animado puse mi mano en la piel de su muslo y empecé a subir lentamente, ella soltó un pequeño gemido mientras me miraba con sus ojos negros. Apreté su firme muslo con mi mano. Su piel era suave y con un tacto tibio; ella se inclinó un poco y su falda se subió unos centímetros. Mientras yo la acariciaba y ella me masturbaba lentamente empezó a vislumbrarse un glande que empezaba a asomar por debajo de su falda…

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Creo que ese juego la excitaba tanto como a mí, soltó mi pene y metió unos de sus dedos entre sus labios y luego lo pasó lentamente por mi glande… Cada vez estaba más excitado.

De pronto ella se agachó y noté la humedad de su boca rodeando mi pene, aquello fue increíble… Se paro de la cama y se puso en cuclillas delante de mí. Saco por completo mi pene y procedió a metérselo de nuevo en la boca. Como toda una experta ella siguió recorriendo mi tronco con los labios apretados. Notaba la humedad de su boca en mi hinchado pene.

No pude mas, me deje llevar por el momento y me pare de inmediato. La tome de la mano y la levante, tome su cara entre mis manos y caminamos hacia la puerta; la empuje contra ella. Comencé a besarle el cuello mientras mis manos recorrían sus caderas arrastrando el vestido con ellas. Llegué a sus pechos, duros y redondos, ella me ayudó a sacarle el vestido por encima de su cabeza y me separé para contemplarla…

En realidad ella era la definición de la perfección, la sensualidad brotaba por sus poros.

Me miro fijamente por varios minutos y yo no podía dejar de verla a ella, cuando de pronto me empujo hacia la cama, de nuevo se arrodilló frente a mí y empezó a rodear fuertemente mi glande usando solo sus labios. Noté el anillo que formaba alrededor mío y como se deslizaba cada vez más abajo… Ella seguía con sus labios en mi pene y usó su otra mano para sostener y acariciar mis testículos. Creía que explotaría por el placer que me estaba dando, era increíble lo que me hacía sentir.

Después de un rato dándome placer oral decidí que no podía más… Tenía que poseerla y la aparté suavemente. Ella se dejó hacer y se puso de pie. Me situé a su espalda. Mi pene le rozaba esos duros glúteos… Cada vez estaba más excitado.

Mientras ponía mis manos en sus hombros le besé la nuca y la fui empujando suavemente hasta que sus manos tocaron la cama… Delante de mí, tenía dos glúteos redondos, firmes y suaves. Fui recorriendo su espalda con mi dedo índice hasta llegar a la cadera, lo retire y lo metí en su cálida boca. Ella lo chupó y lo saqué para acercarlo a su ano…

Ella se estremeció al notar el contacto del dedo con su ano y soltó un pequeño gemido, sumamente erótico. Agachó más el pecho hasta ponerlo en contacto con la cama y su ano quedó mirándome, completamente cerrado… Retándome, instigándome.


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Metí el dedo dentro suavemente, despacio pero con fuerza varonil. Notaba como se dilataba y como se adaptaba a la forma de mi dedo, estaba perdiendo el reto. Ella gemía encima de la cama y con una mano se tocaba su miembro erecto. Seguí sacándolo y metiéndolo hasta que no pude más y acomode mi glande a la entrada del aquel dilatado ano. Empujé un poco y ella arqueó la espalda por la impresión. Entré completamente dentro de ella y noté como se relajaba un poco.

Aquello estaba increíblemente apretado, notaba como entraba mi pene despacio y como ella gemía un poco… Fui retrocediendo lentamente pero sin sacarla del todo; aquella sensación era muy excitante. Volví a empujar y ella se puso tensa… Entré completamente dentro de ella y noté como se relajo un poco, después empecé a moverme algo más rápido mientras ella se masturbaba al mismo ritmo. Mientras empujaba me incliné sobre ella y empecé a masajear unos de sus pechos, su pezón estaba duro… Yo cada vez me ponía más excitado.

Aumenté el ritmo de los empujones y ella se masturbaba con más prisa. Notaba el roce de mi pubis con su trasero y cada vez entraba más rápido… No podía con mi nivel de excitación. La saqué y le dije que se pusiese boca arriba y ella lo hizo apoyando sus pantorrillas en mi pecho. La penetré rápidamente y ella se frotaba un pecho mientras seguía acariciando su pene de arriba a abajo. Seguí aumentando la velocidad de los empujones mientras ella me miraba a los ojos.

Aquello me puso a cien, no podía parar de penetrarla... Estaba como obsesionado por destrozar aquel hoyo complaciente. Ella cerró los ojos y yo agarré su pene con mi mano, claro que eso no lo esperaba y dejó escapar un suspiro que me hizo estremecer. Nunca había tenido un pene en mis manos, en realidad casi ni me gustaba masturbarme, pero esto se sentía tan normal. Como si lo hubiera echo miles de veces.

Mientras yo seguía entrando dentro de ella empecé a masturbarla rápidamente. Usé mi saliva para humedecerme la mano y continué haciéndolo. Ella se cogió la melena mientras arqueaba la espalda… Noté unos espasmos en su cintura y el pene se hinchó aun más. De su glande salió un chorro visco y caliente de semen que le cayó entre sus pechos que subían y bajaban al ritmo de mis empujones. Otro chorro más pequeño salió y quedó por debajo de sus costillas.


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Ella se relajó y comenzó a jugar con su semen. Me excitaba enormemente ver como se lo extendía por sus pechos, ya no podía ir más rápido pero aun así lo intentaba. Mi orgasmo estaba cerca, lo podía sentir… Saqué mi pene de su ano y en cuanto lo hice un gran chorro de mi semen salió disparado hacia su cara. Ella no se apartó y cayó muy cerca de sus labios… Su legua fue a buscarlo mientras otros dos chorros más caían sobre su ya flácido pene.

Me temblaban las piernas… Aquello había sido increíble y ella me miraba tumbada en la cama; mi respiración agitada se fue calmando y pasé mi lengua por mis secos labios. La miré y le dije que aquello había sido espectacular. Ella simplemente me guiñó un ojo y me brindó una enorme sonrisa.

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