Esta No Soy Yo

Si, si, eres tu…

Lo que les voy a contar es una historia verdadera, yo jamás en mi vida había actuado de esta manera. En realidad no se que fue lo que se apodero de mi ese día… Es mas si se, una mujer herida es peor que una banda de malhechores.

Todavía pensaba en aquel taxista, nunca me había sentido tan sucia, tan poca cosa, pero a la vez tan excitada. Había veces que cuando recordaba aquel encuentro me humedecía, ¡que zorra! Mis amigas decían que me había convertido en una zombi, que no sabían que me pasaba. ¿Como es posible que no sepan que tengo? El inútil que yo creía que iba a ser mi esposo, me dejo… Me dejo por una vieja que conoció en el otro lado. ¿Como quieren que yo ande como si nada?

“¡Lydia!” El escuchar mi nombre me saco de la pesadilla que vivía en esos momentos.

“¿Que paso, mama?” Le conteste de inmediato.

“La señora Gloria marco y dijo que si por favor vas a su casa…” Me contesto mi madre, apurada.

“Si, esta bien… Ya bajo.”

La señora Gloria era nuestra vecina, la pobre doña ya casi no puede hacer nada por su edad avanzada y cuando puedo ayudarla lo hago con mucho gusto. Entre al baño, me lave la cara y recogí mi pelo en una cola despeinada. Gloria siempre me entretenía con sus historias de sus tiempos y más cuando se sentía sola; así que planeaba quedarme un poco más de lo normal. Así las dos nos distraeríamos un rato. Salí de mi casa y me dirige hacia la de ella – y cual fue mi sorpresa al encontrar dos jóvenes de unos 18 a 20 años trabajando en su jardín. Bueno, jardín es un decir… Pero estaban sembrando semillas de chile y hasta creo que mire una mata de tomate.

“Buenas tardes,” dije sin voltear y entre a la casa.

“Hola hija, como estas bebe. ¡Tenia mucho que no te miraba!” Doña Gloria estaba sentada frente a su tele mirando la novela.

“Si, doña Gloria lo que pasa es que e estado muy ocupada.” Le mentí.

“No te hagas mijita, que tu mami ya me dijo lo que paso con el estúpido de Antonio .” La cara de disgusto que puso me hizo reír un poco.

“Pero ya ni llorar es bueno, ¿no? Doña Gloria…” Le conteste con una sonrisa fingida en los labios.

“Hay veces que llorar es bueno mi amor, pero tu mas que nadie sabes lo que es bueno para ti. Ya conociste a mis bisnietos, ¿Jesús y José?” Cambio la platica.

“Uhm no, solo les dije buenas tardes. No sabia que tenia parientes aquí en la cuidad doña Gloria.” Le seguí el rollo.

“No, pues en realidad no viven aquí. Tuvieron problemas con unos cholos allá en su rancho y su mama me los mando para acá por un rato. De castigo los tengo sembrándome verdura en el jardín.” Me dijo con una risa juguetona.

Platicamos por un buen rato, mientras miramos la novela y tomamos un poco de café. Termine llorando en sus piernas mientras ella acariciaba tiernamente mi cabeza. Como a la hora y media nos levantamos para hacerles de comer a los muchachos, que entraron después de que servimos la mesa. Por primera vez desde que llegue a la casa tuve la oportunidad de verlos bien. Los dos eran morenos claros, bueno ya estaban un poco quemaditos por el sol. De pelo corto y negro, ojos grandes, cafés y penetrantes. No eran feos, en realidad los dos estaban guapitos, pero no eran mi tipo.

Se sentaron a comer y poco a poco se fueron relajando hasta que por fin comenzaron a platicar. Jesús tenía 17 años y José 19. Como me había dicho doña Gloria, habían tenido problemas con unos cholos en su rancho y su mama los había mandado a la cuidad con su tatarabuelita. No les gustaba trabajar afuera, pero como eran invitados (no muy bien aceptados) en la casa de la abuela, pues tenían que hacer caso. Después de un buen rato me despedí, de beso y abrazo de todos y regrese a la celda de mi cuarto.

Por la tarde podía escuchar a los muchachos peleando y no pude detenerme; me asome por la ventana. Los dos corrían y jugaban como unos niños andaban en bóxers y se mojaban con la manguera. No puedo negar que mi corazón se acelero cuando mire como se les movían aquellos paquetes que traían entre sus piernas. Empecé a desconocerme, pues yo nunca e sido muy lujuriosa, pero en esos momentos mi coño estaba palpitando, deseoso de ser penetrado. Sin quitar mi mirada de encima de aquellos jovencitos, introduje mi mano dentro de mis shorts y comencé a acariciar mi vulva hinchada.

Mis piernas se doblaron y decidí acercar una silla a la ventana, todavía mirándolos jugar como dos adolecentes sin ninguna preocupación en este mundo; removí toda mi ropa hasta quedar completamente desnuda. Me senté con las piernas abiertas y comencé de nuevo a acariciarme… Mis dedos se deslizaban fácilmente entre mis labios pegajosos, mis jugos choreaban por entre ellos empapando la silla y mi mano. Con mi mano libre comencé a acariciar mis pechos, mis pezones estaban ya erectos y me estremecía cada vez que mis dedos los frotaban. Ya no aguantaba más…

Introduje dos dedos dentro de mi coño deseoso y comencé a masturbarme furiosamente, mis dedos entraban y salían de mi coño con facilidad y pronto introduje dos más. Jamás me había masturbado con cuatro dedos, pero mi coño simplemente pedía mas, estaba insaciable. Como pude me acomode frente a la ventana y trate de meter toda mi mano dentro de aquel hoyo descarado que me pedía más y más.

Ni cuenta me di cuando se dejaron de escuchar ruidos afuera de mi ventana, mis ojos estaban cerrados, mi cuerpo disfrutaba tremendamente de aquella nueva sensación. Tenía toda mi manita dentro de mi coño y la verdad quería más. Con mi mano libre comencé a frotar mi clítoris de manera desenfrenada, estaba enfurecida, quería alcanzar un orgasmo lo más pronto posible. Mi cuerpo comenzó a temblar violentamente y me deje llevar por aquellas olas de placer que ahora recorrían todo mi ser. Lentamente saque mi mano de mi interior y abrí los ojos….

Para mi sorpresa Jesús y José ya no estaban jugando con la manguera. Ahora se dedicaban a verme, sus boquitas abiertas y sus vergas bien paradas.

Por varios días me masturbe frente a mi ventana, completamente desnuda, mis piernas abiertas de par en par. Los muchachos no trataban de esconderse, al contrario hasta se masturbaban al mismo tiempo, yo nunca había sido muy abierta con el sexo y para ser completamente honesta creo que solo una vez hicimos el amor Antonio y yo con las luces encendidas. Así que estar ahora con la vagina completamente al descubierto, era algo muy nuevo y excitante para mí.

Conforme pasaron los días me comencé a sentir un poco más libre, si, esa es la palabra; libre, LIBERADA de todos los tabús que vienen con la sexualidad femenina. Pero ese sentimiento de libertad venia acompañado de la necesidad. La emoción que sentí al principio poco a poco fue desvaneciéndose y comencé a extrañar la euforia que recibía al exponerme de aquella manera tan inapropiada.

Esta tarde cuando regrese a casa de la tienda me encontré con una nota en la puerta, decía:

“La abuela invito a tu madre y a tu familia a cenar. Esta celebrando ya que recibió un dinero que creía perdido del abuelo… No vamos a ir, queremos estar contigo. Si aceptas deja la puerta desenclavada.”

- Jesús y José

No podía creer lo que leían mis ojos, pero ni como negar que mis braguitas se humedecieron. Una cosa era exhibirme ante a los muchachos, pero otra cosa completamente diferente y en otro nivel era meterme con ellos… No, no seria correcto. ¿O si?

Llegue a mi cuarto y me recosté en la cama, leí la nota de nuevo varias veces, repasando el contenido en mi cabeza. ¿Seria capaz de meterme con unos jóvenes? Jesús prácticamente era un niño, apenas tenia 17 años y José con 19 años seguro todavía no sabia ni lo que quería en esta vida… Pero bueno, voy a tener relaciones con ellos, no me voy a casar. Dios mío, ¿será que si lo voy a hacer?

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Besos De Tequila

“Lydia, vamos a cenar a Rib Taco con doña Gloria, ¿quieres ir?” Mi madre entro en mi cuarto sin siquiera tocar la puerta.

Era ahora o nunca, tengo que tomar una decisión. La miro por varios segundos antes de decir, “no ma, traigo muchos cólicos. Aquí los espero…”

“Tomate un te de manzanilla y metete a bañar… Bueno, en un rato regresamos.” Salió del cuarto sin decir nada más.

De un brinco me levante y entre al baño, me bañe de inmediato y en menos de 15 minutos ya estaba frente a mi espejo, limpia y completamente desnuda. Abrí la puerta de mi cuarto y saque la cabeza, me quede callada, esperando haber si oía algún ruido – nada. Tome una toalla y la amarre alrededor de mi cuerpo, recorrí la casa asegurándome de que no hubiera nadie… Si, estaba sola.

Sentía maripositas en el estomago, estaba súper nerviosa. Desenclave la puerta y regrese a mi cuarto. Me senté en la orilla de la cama y respire profundamente… “¿Que estas haciendo Lydia? Esta no eres tu, tu no te comportas como una cualquiera, como una ramera, piensa bien las cosas.” Mi conciencia me hablaba. “Son unos niños, puedes tener problemas, ¡no pienses con la vagina mujer!” ¿Pero porque chingados no? Ya estoy harta de siempre ser la niña buena, la que no se mete en problemas, la que siempre piensa las cosas… ¡La vida es corta y voy a empezar a vivirla!

Después de una acalorada discusión entre mi conciencia y mi corazón estoy feliz de anunciar que gano mi corazón.

Estaba retorciéndome en la cama, riéndome sola como una maniática, cuando escuche que se abría la puerta. Me enderece de inmediato, avente la toalla y me recosté de nuevo, cerrando los ojos. Escuche sus pasos, recorrieron la casa hasta que dieron con mi cuarto, mi corazón latía tan fuerte y tan rápido que podía sentirlo en entre mis orejas y estaba segura de que ellos también podía escucharlo.

Sin decir nada sentí como se subieron a la cama, uno de cada lado. Mi respiración se acelero de inmediato pero no abrí los ojos, tenia miedo de echarme para atrás si lo hacia. Sentí sus manos, jóvenes y ardientes sobre mis muslos, acariciándome sensualmente. Mi anticipación crecía justo cuando sentí como separaban mis piernas, sus dedos acariciaban mi vulva y podía sentir la diferencia en sus manos.

Fue ahí cuando abrí mis ojos.

Los dos miraban mi vagina atentamente y no se dieron cuenta que mis ojos ahora estaban abiertos. Las manos de Jesús son más grandes que las de José, más grandes y toscas, sus dedos son ásperos y rasposos. En cambio las de José son pequeñas, sus dedos delgados y delicados están suaves y ligeros. Por la agilidad de los dos, se muy bien que son sexualmente activos y la verdad es que trabajan muy bien en equipo. Separo mis piernas un poco más, dándoles mejor acceso a mi humedad… ellos siguen sin voltear, están muy ocupados.

Jesús deslizaba sus dedos alrededor de la entrada de mi vagina, penetrándome con su yema una y otra vez, mientras José estimulaba mi clítoris bailando con sus dedos alrededor de el, nunca tocándolo directamente. Como estoy acurrucada entre los dos, puedo olerlos… José huele a bebe, si a talco de bebe. Normalmente algo que me recordara a un bebe para mi no seria nada erótico, pero por alguna razón va con el. Jesús huele a macho, una mescla entre sudor y perfume de hombre. Era obvio que aunque José era el mayor Jesús era el mas experto, José cuidaba mucho su apariencia quizás es por eso que sus manos son tan suaves.

Por fin se dan cuenta de que los estoy mirando y es justo en ese momento que Jesús introduce dos dedos dentro de mi vagina, respondo con un suspiro y después suelto un pujido cuando siento los labios de José sobre mi pezón ya erecto. Mis ojos están cerrados de nuevo, no porque tenga miedo de echarme para atrás, si no por el gran placer que siento. De pronto siento que algo suave y caliente pasa por mis labios y me doy cuenta que es una verga gruesa y deliciosa. Lamo mis labios y poco a poco introduzco la verga ardiente de Jesús en mi boca, deslizando mi lengua a su alrededor. Su líquido pre seminal se resbala hasta mi garganta y me deleito de su sabor agridulce.

Jesús se levante y se arrodilla frente a mi, dejando mi vagina vacía… Suspiro tristemente justo cuando José se apodera de ella, sus dedos suaves y húmedos por su saliva se deslizan dentro de mí con facilidad. Empieza con dos, entra y sale de mi hoyito fogoso mientras Jesús coge mi boca con determinado fanatismo, su cabeza abre camino en mi garganta justo cuando José introduce dos dedos más dentro de mi vagina desvergonzada. Gimo alrededor de la verga de Jesús y las vibraciones de mi garganta lo hacen perder el control, su mano se pierde entre mi cabello y coge mi garganta con mas intensidad. José desliza el último dedo dentro de mí, penetrándome con una mano y tallando mi clítoris con la otra, es tanto mi placer que termino al instante… pero ni siquiera tengo la oportunidad de quejarme, porque al mismo tiempo que siento que mi orgasmo se apodera de mi cuerpo, los chorros calientes de esperma espesa llenan mi garganta.

Lentamente saca su verga de mi boca y embarra mis labios con lo que queda de su esperma, rápidamente los lamo ya que no quiero que se desperdicie ni una gota. José esta quieto, no sabe si mover o no su mano pero con delicadeza la remueve de mi interior llenándome de placer de nuevo. No se ni como me voltea, dejándome boca abajo sobre mi cama, me siento como una mona de tela, como si no pesara nada. Separa mis muslos y se acomoda entre mis piernas, sabe que estoy mas que preparada para recibir su miembro y de un solo golpe me penetra, estoy tan sensible que la sensación es casi intolerable, pero el no se tiene ni frena su velocidad, continua penetrándome.

De pronto siento las manos rudas de Jesús tallando mi clítoris y poco a poco me pongo de modo. Levanto mi trasero y agacho mas mi cabeza, dejando mis glúteos en alto, estoy tan excitada que se me esta antojando una embestida anal. Con la voz quebrada le pido, no le suplico que me coja por el ano; “José, por favor mmmm métemela en mi culito…”

Mi vagina se entristece cuando José retira su pene erecto de la comodidad de su interior y lo apunta directo a mi ano necesitado. Me arde un poco cuando siento su cabeza y abre mi recto, pero mi cuerpo pronto se acostumbra y yo sola me aviento en contra de su cuerpo. José se apoya en mis glúteos y se desliza hasta el fondo y comienza a cogerme con gran velocidad. Sus penetraciones son cada vez mas rápidas y más duras y pronto yo gimo sin control.

“Uhm mmmm si, así José, así, así mmmm ¡cógeme!” Empiezo a pensar que no puede haber nada mejor que lo que estoy sintiendo, cuando Jesús desliza dos dedos dentro de mi vagina. “¡Oh, Jesús!”

José se mueve mas rápido y se que esta cercas, muevo mis caderas para ayudarlo a terminar y la verdad es que quiero sentir su semen dentro de mi. De pronto sus manos se entierran en mi piel y gruñe mientras su pene pulsa dentro de mi ano y siento los chorros calientes en mis paredes. Yo también termino mojando la mano de Jesús y dejándome caer sobre la cama. Los tres estamos agotados, pero listos para seguir disfrutando…

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