La Cárcel Es Para Los Hombres

Haciendo realidad una fantasía perversa, de esta muñequita.

“Hoy quiero que hagamos algo completamente diferente, bebe.”

“Como que amor?”

“Quiero que hagamos realidad una fantasía tuya…”

Te miro por varios minutos sin decir nada, me has dejado sin palabras. Sabes muy bien que a mi lo único que me importa es verte feliz y contento, mientras tu estés bien; yo disfruto. Me imagino que mi silencio te agravia un poco y me vuelves a preguntar.

“Que te gustaría hacer?”

De nuevo te miro con los ojos llenos de tristeza, estoy avergonzada no puedo creer que te estoy quedando mal. Estoy segura que Verónica no te haría pasar por esto, y hago una nota mental; tengo que mandarle flores mañana y darle las gracias por ser tan buena contigo.

 Muñequita por favor, ábrete , comparte conmigo …”

Mature Women are waiting for You!

Me armo de valor, estoy temblando y esto te hace sentir un poco nervioso. Trato de hablar pero no me salen las palabras, en todos los años que tenemos de relación nunca te e confesado mis fantasías. Tengo miedo, miedo de que me pienses que soy una perversa… Miedo de perderte. Te colmo la paciencia y con un suspiro de frustración te levantas de la cama, se que te e molestado y estoy muriendo por dentro. Pongo mi mano en tu hombro y respiro profundamente y comienzo a hablar......

“Ok, espero no asustarte.”

Me miras fijamente, intrigado por lo que voy a decir. Es en este mismo momento que te das cuenta que en realidad no sabes mucho de tu muñequita favorita; a pesar de tantos años de relación. Te inclinas hacia adelante, invitándome a continuar .

“Quiero que me trates como si fuera una niña.”

El tono de mi voz suena bastante inseguro, y es que esta es la primera vez que te confieso algo asi. Tu mirada esta fija en mi, parece que estas estudiando mi cara.

“Continua…”

El tono de tu voz me pone aun más nerviosa, pero ya no hay marcha atrás; tengo que continuar. Porque tus deseos son mis ordenes, hermoso.

“Quiero que abuses de tu pequeña, quiero que me uses para satisfacer tus bajos instintos.”

Al momento me siento excitada y hasta liberada, fue tan difícil compartir esta información contigo pero ahora tengo unas ganas inmensas de continuar.

“Esta bien muñeca, te entiendo.”

La expresión de tu cara no ha cambiado, y me pregunto si en realidad entiendes lo que te estoy pidiendo.

“Espera, hay mas…”

Te digo antes de que te termines de levantar de la cama, si ya empecé tengo que continuar; antes de que se me baje este humo de valor.

“Quiero pretender, es decir quiero actuar como si no me gustara.”

“Como si fuera una violación?”

“Si, algo así …”

“Bueno, manos a la obra, pero quiero que todo esto sea perfecto. Así que ve cámbiate por favor.”

Se exactamente que ponerme, me levanto de la cama de un brinco estoy muy excitada. Voy al cuarto donde tenemos todos nuestros juguetes y cambios de ropa y de inmediato saco un uniforme estudiantil. Con una sonrisa picara en la boca y con mi conchita palpitando por la emoción me pongo unos calzoncitos de algodón blancos, acompañados de un corpiño y unos calcetines a la rodilla del mismo color. La blusa de botones blanca no puede faltar y para terminar con el conjunto, una falda de cuadritos roja, con blanco, negro y verde.

Regreso al cuarto y te encuentro vestido, traes un traje de vestir negro y ya traes tu maletín en mano. Me sonríes antes de salir del cuarto y del apartamento. Me siento en el sofá y pongo las caricaturas, “Bob Esponja” para ser exactos. Escucho como mueves las llaves de un lado para otro, haciendo mas ruido de lo que es necesario antes de entrar y dejar caer tu maletín en la barra.

“Mija, tuve un día horrible en la oficina. Me podrías hacer un te, por favor.”

Mi cuerpo se llena de escalofríos, me levanto y camino hacia a ti. Te doy un beso en la mejilla antes de entrar a la cocina a poner agua a hervir. Te sientas en el sofá, con el saco desabrochado y el control del televisor en la mano. Tomo tu te entre mis manos, un poco temblorosas pues la emoción me esta matando.

“Aquí tienes papi.”

Te digo, con mi voz más chiqueona de lo normal. Una sonrisa se dibuja en tus labios y golpeas ligeramente el espacio vacio que esta a tu lado.

“Como te fue en la escuela mi amor?”

Me preguntas inocentemente y sin pensarlo te comienzo a platicar exactamente lo que paso en clases, hasta te digo que José me molesto todo el día y que deberías de ir a hablar con el Director. Me escuchas atentamente y hasta frunces un poco la frente como molesto cuando te menciono lo de José, el niño imaginario que torturaba a tu princesa en el recreo. Después de una larga platica, te miro a los ojos y te digo.

“Te amo, papi.”

“Que tanto me amas princesa?”

“Mucho, mucho, mucho, mucho. Tanto que es casi imposible describirlo con palabras.”

“Ah si mi amor? Pues entonces ven aquí y dale a papi un besito. Demuéstrame que tanto me amas princesa.”

Te juro que con tus palabras casi me haces terminar, siento como mi conchita palpita con gran fuerza. Me acerco a ti y te doy un beso en el cachete; tomas mi cabeza entre tus fuertes manos y me guías hacia tu boca. Trato de zafarme, pretendiendo que no se lo que esta pasando mientras deslizas tu lengua en el interior de mi boquita caprichosa. No te imaginas lo difícil que es pretender que no quiero besarte en estos momentos. Retiras mi cabeza para mirarme a los ojos y decirme…

Read this hot story:
Una Tarde De Verano

“Así es como besan los grandes princesa. Así demostramos nuestro amor, y tu dijiste que querías mucho a papi, que no?”

Te digo que si con la cabeza y bajo la mirada, fingiendo estar un poco asustada. Pero en realidad estoy más que excitada. Me acerco de nuevo a ti, como para demostrarte que soy una niña grande y sin querer, queriendo tiro tu taza de te sobre el piso. Mis ojos se abren, reflejando el pavor de una niña que se ha portado mal. Me miras fijamente, un poco molesto y dices.

“Eres una niña muy traviesa, Raquel.”

Te miro tristemente, fingiendo estar atemorizada. Tu mirada imponente hace que mis jugos exudan de mis profundidades.

“Sabes lo que les pasa a las niñas traviesas, princesa?”

Te miro directamente a los ojos y te digo que no con mi cabeza, muerdo tiernamente mi labio inferior jalando la carnita hacia adentro de mi boca.

“Son castigadas severamente!”

Tus palabras están llenas de coraje y tu tono es severo y molesto; y entusiasmadamente me pregunto que castigo se te ocurrirá, como me castigaras papi?

“Levántate!”

Tus palabras son ordenes y tienen que ser cumplidas, me levanto de inmediato mis piernas tiemblan. Levantas mi falta y bajas mis calzoncitos blancos hasta mis tobillos.

“Agáchate!”

Me preparo para recibir unas nalgadas deliciosas, la primera me ardió. Creo que ya la has perfeccionado, hago una mueca de dolor cuando tu mano hace contacto con mi piel por segunda vez. La tercera me hace sollozar un poco ya hay huellas de tus manos fuertes y enfurecidas sobre mis nalgas irritadas.

“Entre mas llores, peor será princesa.”

Trato de calmarme, pero me nalgueas con tanta fuerza que suelto un grito de inmenso dolor.

“Ahora si, te lo has ganado!”

Me gritas enfurecido, y mis piernas se doblan del miedo. Siento como separas mis nalgas con tus manos y sin previo calentamiento embestías dos dedos dentro de mi ano desprevenido. Grito y me hago para adelante, tratando de escapar de tus garras, pero tu brazo rodea mi cintura y me jalas de nuevo hacia a ti. Mi reacción te provoca y tratas de penetrarme con más fuerza y más profundidad. Estoy llorando lagrimas de verdad, porque estoy convencida de que no tienes idea de lo mucho que me duele lo que me estas haciendo.

“Papi, por favor para…”

Te ruego entre llanto, pero no te detienes; estas disfrutando del show. Te gusta como se ven tu mano pegada a mis nalgas, y te gusta como si jalas tus dedos para abajo puedes ver como mi colon abraza tus dedos. No puedes negar que el abuso que le estas dando a mi cuerpo te excita, tu pene esta a punto de reventar, pero apenas vas comenzando. Entierras mi cabeza en los cojines del sofá, dejando mi colita respingona en el aire. Tengo que admitir que estoy un poco preocupada, no se si e despertado el monstruo que dormía dentro de ti.

“Quieres ser la puta de papi, no?”

Me preguntas, pero no esperas respuesta. Con tu mano libre liberas el animal que vive entre tus piernas, lo frotas tiernamente, mojándolo con tu líquido pre-seminal, mientras escupes en mi ano preparándolo para introducir un dedo más.

“Quieres mi verga en tu panocha, princesa?”

De nuevo no esperas respuesta, pero muevo ligeramente mi trasero dándote toda la aprobación que necesitas. Me penetras con gran fuerza, y un gruñido se escapa de tu pecho cuando sientes mi humedad abrazando tu pene. Ruges de placer y tu penetración es cada vez mas profunda, mi espina dorsal se dobla debajo de ti y tu fuerza.

“Esto es lo que querías no, chiquita!”

Bufas y me das una nalgada, marcando de nuevo tu mano en mi trasero.

“Si…”

Pujo con placer, mi boca me traiciona; tus dedos se mueven con agilidad dentro de mi ano y tu verga en mi conchita me da un placer casi inexplicable. En mi cabeza puedo ver mi conchita abierta, tu semen choreándose por entre mis entrañas y siento mi orgasmo creciendo dentro de mí.

“En realidad eres una perra sucia, muy sucia, princesa.”

Tus palabras me hacen sentirme orgullosa, pues no hay placer mas grande que el acerté feliz. Se que no soy lo que tu mereces y yo haré hasta lo imposible por mantenerte a mi lado. Me concentro en el placer que solo tu me puedes dar, me coges con fuerza pero una delicadeza inefable. Mi manita traviesa comienza a tallar mi clítoris con rapidez y es así comienzo a derramar mis jugos sobre los dos. Te quejas deliciosamente cuando sientes mis líquidos ardientes sobre tus testículos, y me dices con una sonrisa de satisfacción en la boca.

“Eres una buena niña, princesa.”

Muerdes mi espalda y me llenas de mecos, pulsas violentamente dentro de mí y me derrumbo ante ti. Dejas caer tu peso sobre mi y besas tiernamente mi espalda, mientras los dos nos recuperamos…

Leave a Reply