El Supermercado

Las citas a ciegas son excitantes. El pensar ¿cómo será, como olerá, como besara? Activa los sentidos de cualquiera.

Eran las once de la mañana, Susana había quedado de juntarse con Cristian en el supermercado cerca de su casa. Habían tenido conversaciones previas, muchas demostraciones de deseos, habían llevado sus palabras a tal punto de desearse mutuamente y acordar verse en persona. Obviamente solo conocerse, para afinar detalles, como si en persona seguían sintiendo esa atracción que tenían en el chat.

Nerviosa Susana llego al lugar, el vendría en su auto y se verían en el estacionamiento. Ella se arregló como una diosa para él, un suave pero excitante perfume, un traje de falda y chaqueta, una blusa que dejaba notar su hermoso busto, unas medias transparentes que permitían ver el color de su piel y sus piernas torneadas.

Ya era el momento… vio el auto de Cristian entrando al estacionamiento, los vidrios eran ahumados, no le permitieron ver su figura antes de que él se estacionara. Se acercó a la puerta de este y el bajo del auto, al mirarse se sintieron felices de poder hacer realidad ese encuentro tan esperado. Se abrazaron instantáneamente y el plasmo un beso en los labios de ella sellando ese momento.

 

Subieron al auto para conversar y conocerse. Él no quitaba su mirada del busto de ella, el deseo de tener entre sus manos esos pechos que antes fueron ofrecidos por ella, miraba a Susana con mucho deseo. Ella se percataba de esto y más lo provocaba. El acuerdo era solo verse no tocarse pero el ambiente empezó a tornarse muy caliente, él la beso nuevamente pero esta vez apasionadamente, ella respondió de igual forma.

Las manos de él resbalaron por su blusa, toco esos pechos que tanto deseaba, desabrocho la blusa y toco sus pezones haciendo estremecer a Susana quien soltó un quejido de placer. Esto insto a Cristian a seguir hurgando en sus pechos:

“Quiero besarles,” dijo con voz suave pero ardiente.

Aprovechando que los vidrios era oscuros ella soltó sus pechos ante los ojos de él, los tomo entre sus manos y los puso en su boca uno a la vez. Su lengua rodeaba esos pezones rosados y duros, los lamia con tanto deseo Susana separo sus piernas dándole la entada a su parte más caliente. Él bajo su mano y acaricio su vagina sobre el calzón, veía como se estremecía, seguía lamiendo sus pechos y a la vez metiendo sus dedos suavemente hasta encontrar su húmeda vagina.

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Iniciación

Ella estiro su mano y soltó a ese bravo amigo que quería saludar, lo toco y disfruto de ver la magnitud de su calentura, así tocándose uno al otro solo querían concretar lo que habían empezado. Él tiro el asiento de ella hacia atrás pasando sobre ella se arrodillo ante esa vagina ardiente y mojada, metiendo su lengua tomando sus jugos de deseo, ella se retorcía de placer. No fue difícil llevarla a un orgasmo el deseo era demasiado. Él volvió a su asiento y ella se abalanzo a la entre pierna de él, tomo su pene y lamió su punta, tomando su sabor, lo metió en su boca y lo mamo con mucha lujuria en esa boca tan deliciosa. Lanzo su leche en su boca, ella lamia hasta la última gota… era una delicia, todo estaba hecho, el deseo de ambos estaba saciado, era el comienzo de una historia de pasión.

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